Honorio Laureado
Pero trataba de evitarlo en estas condiciones.
Su trato era radiante, pero fugaz.
No tenía tiempo para nada.
Cuando me miraba, sentía que nos veía a todos.
Me hablaba, pero no me escuchaba;
en rigor, sólo retenía lo que le interesaba;
lo que lo halagaba.
Es que estaba muy exigido,
y que le dijeran cosas lindas le hacía bien.
El no estaba ofendido conmigo,
porque no se había dado cuenta
de mi toma de distancia.
Estaba rodeado de amigos.
A mí no me gustaba estar cerca
de sus adulones y obsecuentes.
Además, tenía unos cuantos enemigos.
Es feo que te envidien,
que te deseen el fracaso.
Por momentos, se desesperaba
porque sabía que, desde donde estaba,
no podía seguir subiendo indefinidamente.
Actuaba como si no se diera cuenta.
Ojo, que Honorio era un buen tipo
y se merecía el estrellato.
Desde ya, lo saludaba, lo quería y lo respetaba,
pero no podía desearle el éxito que ya poseía.